Un día en las Torres del Paine

Es quizás la caminata más linda que he hecho en mi vida. Un recorrido para sentir diversas atmósferas: vientos fuertes, lluvias intensas, sol radiante, aire fresco. Nueve kilómetros moliendo pierna, alrededor de cinco horas para llegar a la cima, y la misma distancia y tiempo para volver. Desgastante, exigente, pero con una recompensa inigualable.

El Parque Nacional Torres del Paine, declarado reserva de la biósfera por la Unesco, tiene una extensión que supera las 220 mil hectáreas. Es enorme. Hay mochileros que se quedan una semana acampando por el Parque y tienen el coraje de transitar circuitos que rondan los 90 kilómetros. En sí mismo, es un destino que abarca buena parte del paisaje patagónico: lagos, lagunas, glaciares, pampas, nevados y bosques.

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Vista de las Torres del Paine desde la entrada del parque.

Para los que prefieren ir al grano o no son muy amigos del camping (como yo), la mejor opción es hacer el full-day a la Base de las Torres, una maravilla natural que se ha convertido en una de las imágenes más populares de la #Patagonia en Instagram (el billete de mil pesos chilenos tiene un dibujo de este paisaje).

Para hacer la caminata de un solo día en el Parque, una buena opción es hospedarse en Puerto Natales, una pequeña ciudad de la Región de Magallanes. No está de más pasar una tarde recorriendo el puerto, ver las aves que sobrevuelan el Golfo Almirante Montt, o disfrutar de los trucos extremos en el skatepark del muelle.

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Skate park en el muelle de Puerto Natales.

Desde muy temprano en la mañana, salen los buses regulares desde la terminal de Puerto Natales hacia las entradas de acceso al Parque Nacional Torres del Paine (cuestan alrededor de 25 dólares, ida y vuelta). Es un trayecto que ronda las tres horas, en el cual recomiendo dormir para llegar con más energía al trekking.

La única parte desagradable del día fue el precio de ingreso al parque. En temporada alta, entre octubre y abril, los adultos extranjeros deben pagar 21 mil pesos chilenos, que equivalen más o menos a 30 dólares. Los turistas nacionales pagan tres veces menos.

A los pocos metros de iniciar el recorrido, conocí a Julien, un ingeniero francés del que no me despedí hasta el final de la jornada. Creo que a veces es agradable realizar largas caminatas en soledad con la naturaleza, pero otras veces es mejor estar acompañado, mucho más en este parque donde hay tanto para ver, compartir el asombro, charlar de la vida, y tomarse buenas fotos en lugar de solo selfis.

El recorrido comenzó con un leve ascenso hacia montañas de faldas verdes. Aunque era un día soleado del verano austral, con la altura empezaron a llegar lluvias y ventarrones. Sugiero llevar una buena chaqueta o capa impermeable para no tener que llegar empapado a la cima.

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Inicio de la caminata hacia las Torres del Paine.

Luego siguieron descensos que conducían al río Ascencio y los árboles frondosos que lo bordean. Las cuestas no tardaron en regresar, con senderos trazados en medio de bosque de lenga. Cuando faltaba solo un kilómetro para alcanzar la meta, con Julian decidimos parar a almorzar en uno de los refugios. Creo que no fue mala idea porque el ascenso final es muy exigente, un camino empinado y con muchos obstáculos. Desde abajo se veía a la gente que conquistaba la cima como diminutos soldados de juguete.

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Río Ascencio.
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Julien muy cerca de la cima.

Cuando llegamos a la Base de las Torres, a 870 msnm, la neblina hacía imposible verlas en su totalidad. No podíamos creer tan mala suerte: haber caminado cinco horas y no encontrar la anhelada imagen. Pero con Julien decidimos ser optimistas, teníamos una hora para permanecer allí, así que cruzamos los dedos y esperamos.

De repente, aparecieron las tres columnas de granito. Fueron menos de cinco minutos para deleitarse con su majestuosidad. De lo que más me gustó fue ver la luz del sol reflejada en la base rocosa y el viento arrastrando las sombras en la laguna. Recuerdo que mi mamá me decía por WhatsApp que parecía otro mundo. Y sí, es otro mundo.

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Base de las Torres

Blog publicado inicialmente en la página Viajes Oceanic 2000.

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